Por la llanura de tu piel morena
mi mente laberíntica se pierde,
intonsa imbricación del vello verde
y bosque de coral de fruto en vena.
Por vasta soledad de aguda pena
tormentosa tu voz graniza y muerde
mi sueño alado por que yo recuerde
en un lecho de cactus y de arena.
¡Adiós, mi deseada geografía,
que vuelves cada noche a ilusionarme
con promesas de bálsamo fingido!
¡Y, salve, cotidiana luz del día,
que tan aristotélica infectarme
gustas mi corazón rosas herido!
(Darro, 19 de abril de 2017)
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