Álvarez Martí-Aguilar, M. (2005). Tarteso. La construcción de un mito en la historiografía española. Málaga: Diputación de Málaga. |
Quienes no sabemos Historia pero queremos aprender sobre algún período que nos interesa especialmente tendemos a buscar la seguridad que proporciona algún autor reconocido, a poder ser procedente del ámbito universitario. Sin embargo, también en la Universidad, como en todas las instituciones culturales, funcionan diversos paradigmas metodológicos y exegéticos, de modo que ningún acercamiento a la verdad histórica —y qué será eso de la verdad histórica— es en el fondo neutral.
El presente libro me parece una lectura muy valiosa para poner de manifiesto precisamente esta diversidad de acercamientos a ese elemento histórico que se llama Tarteso: ¿una civilización histórica?, ¿una cultura material?, ¿un conjunto de mitos griegos situados en el Extremo Occidente?... Pasa revista a diversas interpretaciones de Tarteso desde los primeros historiadores modernos en la época de los Reyes Católicos hasta los últimos años del siglo XX.
Durante muchos siglos las únicas noticias de Tarteso provenían de las fuentes literarias grecorromanas. Sólo en los años 50 del siglo XX se empezaron a hallar e identificar algunos elementos de su cultura material, aunque todos de una etapa final que se ha dado en llamar orientalizante, pero no conocemos con certeza elementos de épocas anteriores a la presencia fenicia y griega en la Península.
El debate entre posturas esencialistas, que tienden a presentar Tarteso como la primera y majestuosa encarnación del ser español, autoctonistas, que reivindican en el valle del Guadalquivir una civilización equiparable a las culturas antiguas del Mediterráneo oriental, y difusionstas, que remarcan la influencia orientalizante en la población indígena andaluza, se presenta aquí en orden cronológico y nos deja a las puertas de las discusiones actuales, que pueden resumirse en dos tendencias principales:
* Tarteso como la cultura indígena protourbana del suroeste español que conoce una notable evolución por su contacto con las gentes del Mediterráneo oriental, especialmente los comerciantes fenicios (Aubet).
* Tarteso como la realidad mixta que surge del encuentro entre una población indígena de carácter tribal que evoluciona hacia un nivel protourbano por la necesidad de suministrar metales a los fenicios que se encuentran asentados en no pocos puntos de las costas andaluzas, e incluso en zonas del interior (Wagner).
Una lectura imprescindible para poner orden en todas las publicaciones que podemos leer para conocer con rigor científico esta estapa de la antigüedad andaluza. Por desgracia, la obra, del año 2005, no puede comentar la evolución de la investigación sobre Tarteso en los últimos quince años, período en el que se ha producido un importante acontecimiento: la celebración en 2011 del congreso "Tarteso. El emporio del metal" en la Universidad de Huelva que reunió a un nutrido grupo de destacados investigadores
Sin embargo, el autor del libro que nos ocupa se encuentra entre ellos: participó con "Definiendo Tarteso: indígenas y fenicios" (en el libro de actas del congreso: Carrasco y Alvar, 2013, pp. 223-246), trabajo que no hace sino confirmar que la tendencia actual tiende a identificar Tarteso no tanto con la población indígena que recibió a los fenicios, sino con la cultura trasnformada por la presencia de éstos, y muy especialmente con la nueva clase dirigente enriquecida por el comercio de los metales —algo muy en consonancia con las imágenes de opulencia con que las fuentes griegas nos hablan de Tartessos—. El autor, incluso, aboga por la hipótesis de que
el Tarteso de las fuentes griegas y latinas sea el reflejo histórico de las comunidades de origen cananeo establecidas en la Península Ibérica desde, al menos, el siglo VIII a. C., en contacto e interacción, claro está, con la población indígena (Álvarez, 2005, p. 218).
En todo caso, a pesar del gran auge de las tesis pro-fenicias —a tenor de los hallazgos arquelógicos en Andalucía—, y a pesar de la propuesta consensuada que trató de articular el congreso de 2011 ("Manifiesto por Tarteso", en Carrasco y Alvar, 2013, pp. 651-653), Tarteso se caracteriza por una gran diversidad de concepciones y enfoques, y quizá sea esto algo no accidental, como apunta Álvarez:
¿A qué se debe que el contenido cultural, étnico e histórico de Tarteso ofrezca tal grado de variabilidad de concepto y definiciones? Creo que la base del problema reside en las dificultades inherentes al proceso por el cual se dota de contenido —ya sea poblacional, histórico, cultural, arqueológico, cronológico, etc.— a un término tomado de la tradición literaria antigua, cuyo significado original no responde exactamente a ninguno de estos criterios modernos. (Carrasco y Ezquerra, 2013, p. 240)
Tarteso sigue quedando, así, en la confluencia de lo literario y lo arqueológico —y en las últimas décadas, de lo epigráfico—, lo indígena y lo foráneo, y, dentro de lo foráneo, entre las tendencias pro-helénicas o pro-semitas —sin olvidar un posible componente indoeuropeo— en el marco más general del debate entre lo oriental y lo occidental en los albores de la civilización mediterránea.
Un libro indispensable para mí.
Referencias:
* Álvarez Martí-Aguilar, M. (2005). Tarteso. La construcción de un mito en la historiografía española. Málaga: Diputación de Málaga.
* Campos Carrasco, J. M. y Alvar Ezquerra, J. (Eds.) (2013). Tarteso. El emporio del metal. Córdoba: Almuzara.
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