jueves, 25 de marzo de 2021

Joining the dots

O'Connell, T. (2018). Joining the dots. Plato's Atlantis in the Central Mediterranean.  Edición Kindle.

Joining the dots. Plato's Atlantis in the Central Mediterranean
(edición en Kindle) es un libro que, como su propia portada indica, trata de argumentar la tesis de la localización mesomediterránea de la isla Atlántida mediante lo que el autor llama ballance of probabilities, que podríamos traducir aproximadamente como argumentación convergente.  La argumentación convergente es una metodología muy empleada en disciplicnas humanísticas como la Teología: se trata de reunir una serie de pruebas a favor de una tesis, cada una de las cuales, por sí sola, no es concluyente, pero su conjunto ofrece un alto grado de certeza porque todas ellas apuntan hacia la misma conclusión.  Se parece mucho a la fase inductiva de las ciencias experimentales, aunque en el caso de la Atlántida no sea posible pasar a la fase deductiva.

El autor, Tony O'Connell, es el responsable de ese portal llamado https://atlantipedia.ie que reúne una cantidad muy notable ya de referencias bibliográficas sobre el estudio de la Atlántida.  Y el libro que nos ocupa tiene mucho de eso: uno de sus rasgos más positivos es que está muy bien documentado, ofreciendo los puntos de vista y las teorías que una gran variedad de autores han emitido sobre la Atlántida.  Se ocupa, incluso —dejando claro su escepticismo—, de aquellas opiniones basadas en revelaciones espirituales o psíquicas que, aunque no pueden ser aceptadas en un estudio científico de la Atlántida, sí merecen ser mencionadas de vez en cuando, en mi opinión, porque —nos guste menos o nos guste nada— forman parte del tratamiento del asunto que se ha hecho en los últimos siglos, y su mención y calificación como fantasías pueden ayudar a desterrar ciertas creencias sobre la Atlántida que, de otro modo, podrían colarse entre otras fuentes serias y fiables y ser fuente de errores.  No está mal tenerlas siempre a la vista.

Muy intersante la clasificación que hace de los estudiosos de la Atlántida en tres grupos:

    a) Los fundamentalistas, que hacen una interpretación al pie de la letra de los textos platónicos.

    b) Los racionalistas, que no obvian las contradicciones y anomalías de los textos de Platón, sino que trata de explicarlas satisfactoriamente.

    c) Y los fantasiosos, que aceptan toda clase de teorías disparatadas o sin fundamento alguno.

O'Connell trata de situar su investigación en el segundo grupo.  Una de las partes más valiosas de su libro consiste en el repaso de los principales elementos que el Critias menciona y su valoración a través de la comparación entre diversas teorías ya conocidas y las investigaciones del autor, que aporta sus propios datos y conclusiones.  En este sentido, el libro es —igual que la web bibliográfica— un apreciable compedio de discusión sobre el asunto de la Atlántida.

No descubrimos ningún secreto si decimos que el autor sitúa la Atlántida en el Meditérraneo Central —basta ver y leer la portada del libro—, de Modo que Malta y sus pequeñas islas vecinas, como Lampedusa o Pantelleria, serían los restos todavía emergidos de la isla.  Para fundamentar esta localización aporta, como ya dijimos, una serie de pruebas ninguna de ellas concluyente por separado, pero organizadas como una argumentación convergente.

Sin embargo, de entre todas estas pruebas hay una especialmente problemática porque concierne a la única —y, por tanto, de valor incalculable— localización geográfica que proporciona Platón para la isla: las Columnas de Heracles.  El autor niega que las Columnas de Heracles a las que se refiere Platón sean el Estrecho de Gibraltar, pues afirma que esta identificación es relativamente tardía (no anterior a Eratóstenes); que los griegos del tiempo de Platón apenas se habían aventurado más allá del Mediterráneo Central navegando hacia Occidente, y que el Mar Tirreno era denominado Piélago Atlántico.  La argumentación converge, pues, en una isla Atlántida situada en el Mediterráneo Central ante las Columnas de Heracles del Estrecho de Mesina o algún lugar cercano.  O'Connell parece ignorar las valiosas precisiones que ya hizo Díaz-Montexano en Las muchas "Columnas de Hércules" y otras falsedades sobre la Atlántida acerca de la diferencia que hay entre la existencia en la Antigüedad de columnas votivas o altares consagrados a Heracles o a Melkart en muchos puntos del Mediterráneo y de sus riberas, por un lado, y el que determinado lugar se llame "las Columnas de Heracles".

Heinz-Günther Nesselrath en su artículo How Not to Join the Dots. Remarks on a Flawed Recent Attempt to Locate Atlantis ha hecho una crítica radical del libro de O'Connel.  Además de señalar algunos errores objetivos, fruto del desconocimiento de la lengua griega por parte del autor, el cual, consecuentemente, no puede acudir al texto griego que nos ha llegado de los Diálogos platónicos, y tiene que valerse de traducciones no siempre buenas —aunque suele comparar varias— y de las opiniones de autores que no siempre son filólogos —es una de las dos grandes deficiencias del libro; en seguida hablaremos de la segunda—, Nesselrath parece señalar como principal defecto de O'Connell su conocimiento superficial de la cultura clásica y de la historia antigua.

O'Connell contestó pormenorizadamente a las observaciones de Nesselrath, que le parecen de una quisquillosidad excesiva —¿desde cuándo ser quisquilloso es un defecto metodológico para un investigador riguroso?—: su respuesta puede leerse en la propia Atlantipedia.

A nuestro juicio, la otra gran deficiencia de este libro —por otra parte bastante recomendable, comparado con la mayoría de publicaciones actuales sobre la Atlántida— es que, aun sin caer en el fundamentalismo textual, considera el relato de Platón como el testimonio de alguien que, de modo imparcial, quiere transmitir una realidad con el mismo espíritu, digamos, con el que un naturalista del siglo XVIII describe los animales o las plantas.  Es ésta una deficiencia compartida con la inmensa mayoría de estudiosos de los textos platónicos sobre la Atlántida, que esperan encontrar en la localización que proponen las ruinas de unos canales circulares, de un templo de Poseidón, de unos muelles y dársenas... según la descripción de Critias.  Pero esto es un tremendo error: Platón era un idealista que explicaba la realidad en función de aquellos principios racionales que le parecían los más acertados, a diferencia de Aristóteles, quien no desdeñaba la observación directa o indirecta de la realidad como paso previo para sus formalismos: en efecto, el acercamiento de O'Connell —y de la mayoría de estudiosos de la Atlántida platónica— parace más una exégesis de Aristóteles que del desengañado teorizador de la política ateniense.  Tener en cuenta la intención política de Platón al escribir el Timeo y el Critias no supone caer necesariamente en el escepticismo y en la negación de toda posibilidad de un sustrato físico de la historia de la Atlántida.

En cualquier caso, y accediendo a la obra con oportuno espíritu crítico, creo que se trata de un libro realmente recomendable, a pesar de que no compartamos el resultado de su argumentación convergente.

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